Nos inspiramos en la idea del portal, ese elemento capaz de transportarte a otro destino, otra realidad. En el proceso descubrimos que fueron precisamente los Wari quienes crearon los portales o jambas (de formas trapezoidales) que posteriormente fueron adoptadas por la cultura Inca. Por otro lado, los textiles Wari también fueron el punto de partida para crear una grilla que nos ayudaría en el desarrollo del logotipo.

Tomamos en cuenta el gran bagage artístico que tiene la región y sus distintas manifestaciones. Desde los icónicos retablos ayacuchanos hasta las cada vez más conocidas tablas de Sarhua. Plasmar esa riqueza supuso un gran reto, en donde tuvimos que investigar, analizar y seleccionar los elementos que nos ayudarían a contar la historia de la marca.

El logotipo es solo el inicio de una identidad viva. Cada caracter ha sido construido para que pueda vivir de manera independiente o mejor aún, generar una infinidad de formas.

«Tiene que ser una marca para jugar, para intervenir, que te invite a dibujarla, que los niños puedan recrearla en sus cuadernos del colegio. Una marca con vida»

– Carlos Añaños

El proyecto, además de generar orgullo en el ayacuchano, tenía también que cautivar a los turistas e inversionistas. Por ello, la marca Ayacucho surca hoy los cielos peruanos y a esto se le suma una diversa lista de actividades con el fin de promover el crecimiento de la región a través de la marca.

Esta historia recién empieza y la marca sigue creciendo. Sigue el caso, pues seguiremos subiendo más piezas en los próximos días.